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DF NUMERO SPECIALE N.30 - LA ARMADA ESPANOLA (V) 1650-1700

Codice: 590R003030

€ 9,00

La batalla de las Dunas de 1639 no fue el fin de la armada de la Monarquía Hispánica. Aunque debilitada, entre 1650 y 1700 la Armada española de Carlos II siguió desempeñando un papel fundamental en el funcionamiento del sistema imperial español. Las dificultades económicas y la creciente amenaza francesa obligaron a la Corona, en la segunda mitad del siglo XVII, a depender cada vez más del asiento de buques –lo que se tradujo en una privatización fáctica de la marina– y al apoyo naval de aliados –en especial las Provincias Unidas, que, tras el reconocimiento de su independencia en 1648, iniciaron una aproximación hacia España, temerosas del expansionismo de Luis XIV–. Los grandes buques de combate constituían inversiones muy costosas para una monarquía sumida en una crisis constante, por lo que, ante el temor de perderlas en batalla ante un enemigo que podía reponerlos con mayor facilidad, los almirantes de Carlos II optaron casi siempre por rehuir el combate y limitar sus operaciones al transporte de tropas y caudales entre los dispersos territorios del imperio, una estrategia que dio mejores resultados de lo que cabría imaginar y contribuyó a la supervivencia de la monarquía prácticamente intacta a la muerte del último Austria. Pese a la evidente decadencia, en esta época se pusieron algunas de las bases de la posterior recuperación de la marina española con la dinastía borbónica, como la creación de una institución para la formación de pilotos –el Colegio de San Telmo– y el desarrollo, merced a marinos como Antonio de Gaztañeta, de diseños navales en consonancia con las necesidades militares de un Estado que aspiraba a seguir siendo una potencia de primer orden. Todo ello contribuyó al renacer naval del siglo XVIII, que abordaremos en futuros números de esta serie dedicada a la Armada española.

La estrategia marítima española bajo Carlos II por Christopher Storrs (University of Dundee)

La estrategia marítima española bajo Carlos II por Christopher Storrs (University of Dundee)

La monarquía global española fue un ente disperso; dividido, pero también conectado, por numerosos mares –el Mediterráneo, el Atlántico, el Pacífico– de tal manera que su articulación y defensa bajo Carlos II dependía –como lo había hecho con sus predecesores– no solo de sus ejércitos, sino también de sus flotas. Carlos y sus ministros comprendían perfectamente la importancia del poder naval y, en general, con el último Habsburgo la monarquía actuó en el mar, tanto dentro como fuera de Europa, mucho mejor de lo que generalmente se ha considerado.

La financiación de las armadas por José Manuel Serrano (Universidad de Sevilla)

La financiación de las armadas por José Manuel Serrano (Universidad de Sevilla)

Durante la segunda mitad del siglo XVII, los problemas de financiación y mantenimiento de las armadas españolas derivaron en una casi extinción del poder naval español. Uno de los aspectos clave, y que no se suele tener en cuenta, es el relacionado con la tecnología de la maquinaria bélica. El buque de guerra fue hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX la máquina de combate más costosa, con una inversión en tecnología y construcción asombrosa. La necesidad de estar a la vanguardia propiciaba tensiones presupuestarias que la monarquía española en plena crisis difícilmente se podía permitir. Sin embargo, la disputa por los mares empujaba a España a seguir invirtiendo sumas astronómicas recurriendo a un aumento de la deuda y de los tiempos de construcción.

La colaboración naval y comercial hispano-neerlandesa por Manuel Herrero Sánchez (Universidad Pablo de Olavide)

La colaboración naval y comercial hispano-neerlandesa por Manuel Herrero Sánchez (Universidad Pablo de Olavide)

Durante la segunda mitad del siglo XVII y en su enfrentamiento contra la Francia de Luis XIV, la Monarquía Hispánica contó con la alianza de la república de las Provincias Unidas de los Países Bajos, que, una vez reconocida su independencia como Estado soberano por la Paz de Westfalia en 1648, se convirtieron en el mayor socio naval y mercantil. Dicha colaboración adoptó un camino diferente al que se había establecido hasta el momento con los asentistas particulares de galeras genoveses y se sustentó en la apertura de los mercados hispanos en condiciones muy favorables, el aprovisionamiento de pertrechos navales y de barcos, la protección de las rutas que enlazaban los dispersos dominios de la monarquía, la concesión de apoyo logístico para que los navíos neerlandeses recalasen en los puertos del rey católico y la creación de escuadras conjuntas para combatir a enemigos comunes.

La incursión en la Gironda, 1653 por Agustín Ramón Rodríguez González (Real Academia de la Historia)

La incursión en la Gironda, 1653 por Agustín Ramón Rodríguez González (Real Academia de la Historia)

Como en el caso de los tercios tras Rocroi en 1643, a menudo se considera que la campaña de las Dunas de 1639 supuso prácticamente el fin de la Armada de los Austrias, pero, pese a su evidente declive, esta aún logró apuntarse grandes éxitos. Las cosas para Francia habían resultado también muy gravosas en aquella durísima guerra, y así un frente interior se unió al exterior con la rebelión de la Fronda, que sumió al vecino reino en una contienda civil entre 1648 y 1653, pues muchos odiaban el autoritarismo real y los regímenes sucesivos de los cardenales Richelieu y Mazarino. El centro de la rebelión en el sur de Francia fue la ciudad de Burdeos, por lo que a España le convenía apoyarla para debilitar al país enemigo como otros habían aprovechado las crisis portuguesa y catalana.

Organización y reforma de la Marina en la época de Carlos II por Antonio Espino López (Universidad de Barcelona)

Organización y reforma de la Marina en la época de Carlos II por Antonio Espino López (Universidad de Barcelona)

La enorme complejidad de la estructura territorial de la Monarquía Hispánica tuvo su obligatoria traducción en la necesidad de disponer de diversas armadas que defendiesen múltiples escenarios y sin descartar que interactuasen entre ellas para asegurar la defensa de la posición más débil en cada momento. Ese compromiso de colaboración fue fruto, en última instancia, de la progresiva debilidad de la monarquía en la segunda mitad del seiscientos. Ante tales dificultades, es lógico que la administración hispana intentase alguna reacción: o se construían nuevas unidades de combate mediante contratos de asiento, es decir, acudiendo a los particulares, o ella misma asumía dicha tarea.

El Real Colegio de San Telmo de Sevilla por Elisa María Jiménez Jiménez (Universidad de Sevilla)

El Real Colegio de San Telmo de Sevilla por Elisa María Jiménez Jiménez (Universidad de Sevilla)

El conocimiento del Real Colegio de San Telmo, como institución genuinamente sevillana, significa el acercamiento a una parte importante de la historia de la ciudad durante los siglos XVII y XVIII. Sevilla, sede del monopolio comercial con América durante las centurias previas y, al mismo tiempo, uno de los puertos fluviales más importantes de Europa, completó su vínculo con la Carrera de Indias por medio del conjunto de las grandes instituciones sevillanas del siglo XVIII, tales como la Fábrica de Tabacos, la Fábrica de Artillería, la Casa de la Moneda o el nuevo Consulado de Mercaderes, todas ellas con el calificativo de Real.

Del galeón al navío de línea por Carla Rahn Phillips (University of Minnesota)

Del galeón al navío de línea por Carla Rahn Phillips (University of Minnesota)

La palabra navío puede referirse a un barco en sentido genérico. En el caso del de línea era buque artillado así llamado por su disposición en el combate, con una unidad detrás de otra de tal modo que todas ellas pudieran disparar su artillería simultáneamente. El navío de línea español evolucionó principalmente a partir del galeón, cuyas unidades navegaron para la Corona como buques de guerra y escolta desde comienzos del siglo XVI hasta finales del XVII, y que se trataba de la bestia de carga de la flota transatlántica, capaz de proteger a los buques mercantes y de transportar una cantidad considerable de pasajeros y bienes. Su diseño evolucionó a lo largo de casi dos siglos en los que creció en tonelaje mientras mantenía su carácter multifuncional.

Cádiz y su puerto en el siglo XVII por Manuel Bustos Rodríguez (Universidad de Cádiz)

Cádiz y su puerto en el siglo XVII por Manuel Bustos Rodríguez (Universidad de Cádiz)

Cádiz ha sido tradicionalmente una ciudad de gran valor estratégico. Es esto en realidad lo que define su propia existencia. Cuando hace unos dos mil o tres mil años unos navegantes fenicios decidieron asentarse en el lugar, lo que supuso su nacimiento, buscaban sin duda las grandes posibilidades que ofrecía para el comercio. A caballo entre el Mediterráneo y el Atlántico; entre Europa y África, en la encrucijada por tanto de las rutas que unían entre sí dichos espacios, la elección se mostró con el paso del tiempo, y en este sentido, un gran acierto. Sus sucesores, hasta bien entrada la época contemporánea, continuaron valorando por encima de todo esta característica geoestratégica, aunque, como todas las cosas en esta vida, tuviese asimismo su contrapartida: despertar a la par las ambiciones de sus competidores.

El desarrollo táctico en la segunda mitad del siglo XVII por Àlex Claramunt Soto

El desarrollo táctico en la segunda mitad del siglo XVII por Àlex Claramunt Soto

En la segunda mitad del siglo XVII, las tácticas de la Marina de las grandes potencias europeas experimentaron un proceso de refinamiento y sistematización que cabe atribuir al incremento de la profesionalidad del servicio en la mar –dictado por el fortalecimiento del Estado– y que estuvo vinculado estrechamente al desarrollo de un nuevo tipo de buque de guerra, el navío de línea, así llamado porque las escuadras de la época formaban líneas de batalla que se cañoneaban una a la otra en busca de la ventaja decisiva. Las Armadas de Felipe IV –en los últimos años de su reinado– y de Carlos II se adaptaron a las transformaciones consignadas con mayor lentitud ante los divergentes objetivos estratégicos de la Monarquía Hispánica, que, afectada por graves problemas económicos, no podía permitirse arriesgar en batalla a la ligera sus preciados buques de combate.

El galeón Nuestra Señora del Mar, San José y San Francisco de Paula por Vicente Pajuelo Moreno (Universidad de Cádiz)

El galeón Nuestra Señora del Mar, San José y San Francisco de Paula por Vicente Pajuelo Moreno (Universidad de Cádiz)

El 30 de enero de 1675, Francisco de Pineda y Salinas firmó un asiento con la Corona para fabricar –a su costa– un galeón de 650 t en uno de los astilleros de Cantabria. Finalmente, el bajel, que fue bautizado con el nombre de Nuestra Señora del Mar, San José y San Francisco de Paula, fue construido en Pasajes en 1681 y arqueaba 852,5 t y ⅛ t. Gracias al dibujo que se realizó con motivo de la investigación abierta tras su naufragio, podemos conocer algunos detalles de su diseño. Resulta llamativo que, a pesar de las dimensiones del buque, tan solo contase con veintinueve piezas de artillería –veintiséis de hierro y tres de bronce–, pues en dicha época era habitual que los galeones de la referida formación que arqueaban entre 600 y 1000 t portasen entre cuarenta y cincuenta cañones, como mínimo.

Las fuerzas navales hispanas en la Guerra de Mesina por Luis Ribot (Universidad Nacional de Educación a Distancia / Real Academia de la Historia)

Las fuerzas navales hispanas en la Guerra de Mesina por Luis Ribot (Universidad Nacional de Educación a Distancia / Real Academia de la Historia)

La Guerra de Mesina (1674-1678) fue el principal conflicto en el Mediterráneo durante el reinado de Carlos II. El origen fue la revuelta de dicha ciudad siciliana, que formaba parte, como toda la isla, de la Monarquía de España, lo que propició el apoyo de Francia a los rebeldes, en un momento además de enfrentamiento abierto entre ambos Estados en el marco de la Guerra de Holanda (1672-1678). Tratándose de una isla, la contienda tuvo una importantísima vertiente naval. El problema que se planteaba en 1674 era que la disminución evidente de la capacidad naval de la Monarquía de España se veía contrarrestada por el importante auge del poder marítimo de Francia, que afectaba tanto a los navíos atlánticos como a las galeras. La amenaza francesa habría de ser el mayor peligro para el mantenimiento del poder español en Sicilia durante los años de la revuelta.

El Nuestra Señora del Juncal. Historia de un naufragio y un proyecto de colaboración científica por Flor Trejo Rivera y Roberto Junco Sánchez (Instituto Nacional de Antropología e Historia)

El Nuestra Señora del Juncal. Historia de un naufragio y un proyecto de colaboración científica por Flor Trejo Rivera y Roberto Junco Sánchez (Instituto Nacional de Antropología e Historia)

El Archivo General de Indias ha abierto sus puertas al público para exhibir la exposición sobre un galeón del siglo XVII accidentado en aguas del golfo de México y la historia de su búsqueda arqueológica. ¿Cuál es la relevancia de este buque de guerra sobre otros que se han perdido en el fondo del mar a lo largo de varios siglos? El 18 de noviembre de 1631 una carta notificaba al virrey de Nueva España el accidentado viaje de la Flota de Nueva España y el naufragio de los dos navíos insignia del convoy. En algún paraje desconocido del golfo de México se habían perdido casi dos millones de pesos en plata y reales, un cargamento de 200 t de productos tintóreos –grana, añil y palo de tinte–, cacao, seda y más de seiscientas almas.

Lingua

SPAGNOLO

Illustrazioni

Riccamente illustrato

Misure

21 x 30

ISBN